La Provisión de Aceite

Started by Goldfinch, November 28, 2022, 08:25:47 AM

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Goldfinch

La Provisión de Aceite

In Radio Cristiandad.



Las cinco vírgenes necias, al coger sus lámparas, no hicieron su provisión de aceite. (San Mateo, XXV, 3)

No basta tener su lámpara encendida. Hay que tener también aceite con qué alimentar la llama, que no sólo arda, sino que debe continuar ardiendo. En vez de disminuir nuestro esfuerzo y bajar la mecha, hay que aumentar nuestros recursos y conservar toda su claridad. ¡Ay!, la mayor parte de los hombres reducen su tarea a la medida de su ánimo, en vez de dilatar sus energías en proporción de la necesidad. No quieren agotarse; pero hay dos maneras de evitar el agotamiento: disminuyendo lo que se gasta, o aumentando lo que se adquiere; y las vírgenes prudentes son aquellas que van bien provistas de aceite nuevo y, sin perjuicio de la hora presente, no tratan de olvidarse de antemano de lo que les puede acarrear consigo el instante siguiente.

Oleum secum. Llevar consigo el aceite. Es una carga y, por lo tanto, una molestia, y muchos no aceptan esta sobrecarga, que es, no obstante, la condición del verdadero engrandecimiento. Van tirando poco a poco, sin seguridad, ni garantías, sin esas garantías que es menester llevar consigo, como otras tantas gracias divinas. Para verse libre de las penurias fortuitas es menester mucha oración y mucho amor y virtudes en gran número. Cuando la llama de la energía disminuye y muere, es menester un deseo muy grande para alimentarla de nuevo, ese deseo que aún no se ha manifestado en la acción y que permanecía como reserva en el fondo del alma. A veces sorprende la tenacidad que se ve en seres al parecer muy dóciles: en tal punto no cederán, y apartan todos los obstáculos sin fatiga, llevan adelante, su idea o su manía y se abren camino como la llama.

Oleum secum. Se han provisto de una voluntad enérgica.

Oleum secum. Para que una vida sea luminosa es menester que tenga una ocupación más bien desbordante, más trabajo del que se puede hacer, para que nuestras actividades puedan desplegarse enteramente. Siempre debemos tener a mano una reserva de trabajo en que ocuparnos, y cuando la llama vacile o crepite por falta de alimento, en vez de esperar a que los vendedores nos digan lo que tenemos que hacer, debemos imponernos inmediatamente nuevos trabajos, y que ignoren nuestros días la holganza tenebrosa y el fétido humo de la ociosidad. En la hora crítica se revelan entre la muchedumbre de los cristianos, al parecer todos semejantes, los portadores de aceite, los que no se han visto sorprendidos por el agotamiento, y continúan brillando plácidamente, porque son capaces de renovarse.

Todo nos gasta, y si no hay nada prevenido contra este desgaste, nos desharemos en polvo impalpable, como la piedra de los monumentos que se desmoronan en silencio. Todo nos gasta, hasta la práctica del bien, y a veces se apodera de nosotros el cansancio de ser fieles y buenos, y de no tener más que un solo camino estrecho, sin poder volver la cabeza hacia el horizonte de las alegrías fáciles.

Todo nos gasta, pero en nosotros todo puede rejuvenecerse incesantemente, como la llama que nunca muere por sí misma, ni porque esté fatigada de arder, sino sólo porque le falta combustible, y del exterior nadie se lo suministra.

Los árboles no crecen hasta el cielo, y cuando se detienen, es una causa interna la que les impide crecer más, y todos los cuidados del jardinero no surtirán efecto, y por más que se sembrasen ramas y hojas al pie del árbol, no podría éste incorporárselas. Pero la llama nunca se detiene por una causa interna, ya que su capacidad de renovación es indefinida. La gracia de Dios puede ser el aceite de nuestra lámpara, y si cooperamos con ella, nuestra voluntad, por caduca y enferma que esté, brillará sin desfallecer — fulgebunt sicut stellae in perpetuas aeternitates (brillarán como estrellas por toda eternidad). Reservas de resignación pacífica, de ánimo silencioso, de oración perseverante, de ciencia puesta a prueba, de consejo bondadoso.

Oleum secum. El utilitarismo inmediato es algo faltado de sentido, y el que no tiene más que lo necesario para vivir un minuto, es exactamente como el moribundo en el último instante de su agonía. Dios mío, nunca he comprendido nada de tu sabiduría, y he creído que era inútil todo lo que no hacía más luminosa la llama de mi vida. Y he tenido en menos el largo estudio abstracto y seco, y los cálculos difíciles y precisos, y la observación metódica y lenta, y la ascesis perpetua con sus repeticiones y sus insistencias. He creído, como muchos de mis semejantes, que era menester ir a la práctica —lo cual es verdadero—, y que la práctica se oponía a la teoría y al estudio —lo cual es falso; he creído que lo mejor era trabajar como un apóstol —lo cual es verdadero—, y que el apóstol no tenía necesidad de acumular largas reflexiones, y mucho menos que los demás, de perseverancia y serenidad —lo cual es falso; y he querido vivir como una llama oscilante, olvidándome que todo muere en mí, y que eres Tú y tu Espíritu lo que debo conservar —lampades nostrae extinguuntur (nuestras lámparas se extinguen).

Ahí están las vírgenes prudentes y las vírgenes necias. Por más que miro la luz de las lámparas, no puedo distinguir dónde están las prudentes y dónde las atolondradas; de una y otra parte la llama es muy clara. Será más tarde, en el momento de la crisis, en la hora del agotamiento, cuando se realizará la separación, y cuando no tendrá ya remedio la confusión de las imprevisoras. No permitas, Dios mío, que me consuma neciamente; no permitas tampoco que me economice como un avaro, y que restrinja mis gastos de virtud. Y para que pueda dar sin cesar hasta el máximum, sin temer que mis prodigalidades de esfuerzos me vacíen, sé Tú mi riqueza y colma mis déficit, infúndeme sutilmente tu poder y tu inspiración.

Debo durar hasta la aurora; deben brillar durante la noche entera mis antorchas vigilantes. Tú no admites que sea menos generoso hoy que ayer, ni en la tercera vigilia menos que en la caída del crepúsculo. Tus exigencias permanecen siempre idénticas; no tengo excusa cuando me propongo amarte menos, servir menos a mis hermanos y traer a cuento lo que ya te he pagado para no satisfacer mi deuda actual. Eres un Señor austero y bueno, como la hoz que al cortar las espigas les da su verdadero valor y su significado total, como la, hoz que con todas esas pajas hace una cosecha. Yo Te amo porque no toleras que disminuya de valor, y porque exiges que mi alma no conozca el ocaso.
"For there are no works of power, dearly-beloved, without the trials of temptations, there is no faith without proof, no contest without a foe, no victory without conflict. This life of ours is in the midst of snares, in the midst of battles; if we do not wish to be deceived, we must watch: if we want to overcome, we must fight." - St. Leo the Great

Bonaventure

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Heinrich

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